Estos son datos previos que nos sirven para tener en cuenta las semejanzas (pocas, pero, tratándose de un cómic, suficientes) y las diferencias de las amazonas legendarias, quizá también históricas, con el personaje de Wonder Woman, la superheroína creada en 1941 por el psicólogo William Marston que ha dado pie a la película que comentamos.
En sus orígenes Wonder Woman era una amazona «tan hermosa como Afrodita, tan sabia como Atenea, con la velocidad de Mercurio y la fuerza de Hércules». También se decía de ella que «había nacido de una estatua de barro esculpida por Hipólita, reina de las amazonas, a la que Afrodita insufló vida».
Tales descripciones son las que conectan el personaje de DC Comics con la mitología. Se trata de una antropogénesis con el barro como elemento formador de una mujer, como Pandora lo fue por Hefesto o los hombres por Prometeo. Modelada por Hipólita, el soplo de vida lo recibe la Mujer Maravilla de Afrodita, la diosa de la belleza. E igual que a Pandora los dioses la dotaron de diferentes cualidades y defectos, aquí también se deduce, por la descripción inicial, que intervinieron en los atributos de Wonder Woman; aunque nada sabemos de la procedencia divina de sus armas, el lazo que obliga a decir la verdad y las muñequeras metálicas que repelen las balas y cuyo choque provoca poderosas ondas expansivas (los brazaletes son en origen un elemento de sumisión a la diosa Afrodita).
La película está bien llevada y se aprecian tres partes. La parte final es la peor, con ese Ares de aspecto ridículo e insoportable. Pero las dos primeras sin embargo son estupendas, nada aburridas, seguramente porque se mantienen alejadas de los excesos tanto de violencia como de humor. En el escenario de Temiscira predominan los colores claros, azules, verdes y luminosos. La plasmación en láminas del nacimiento de las Amazonas saliendo del mar y las luchas de los dioses olímpicos es breve y convincente visualmente. La batalla en la playa es pura coreografía.
Cuando Diana abandona su isla asistimos a una divertida dialéctica entre el hombre civilizado (Trevor) y la «buena salvaje»: ella, ignorante del mundo de los hombres, y él, representante positivo del género masculino, un héroe de dimensión humana, que va descubriendo, asombrándose y enamorándose de la ingenuidad de su exótica compañera. La guerra, cree ella, la produce una sola persona, el dios Ares. Si se acaba con el dios, se acaba con la guerra. Así de simple es.
En la segunda parte, al llegar los protagonistas a Londres y después a las trincheras, los colores han cambiado a grises y apagados. El entretenido ambiente londinense dará paso a la primera batalla y, en la parte final, al enfrentamiento entre Wonder Woman y Ares, en una lucha entre heroína y villano que resulta ya bastante convencional.
En la segunda parte, al llegar los protagonistas a Londres y después a las trincheras, los colores han cambiado a grises y apagados. El entretenido ambiente londinense dará paso a la primera batalla y, en la parte final, al enfrentamiento entre Wonder Woman y Ares, en una lucha entre heroína y villano que resulta ya bastante convencional.
Wonder Woman (2017)
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