18 de febrero de 2014

Condenados en el Hades

EL Museo del Prado reúne en una exposición temporal (Las Furias, de Tiziano a Ribera, 21 enero 2014-4 mayo 2014) veintiocho obras de los siglos XVI-XVII que representan personajes de la mitología griega que fueron condenados a padecer castigos eternos en el Hades por haber cometido crímenes atroces contra los dioses.

En el canto XI de la Odisea (vv. 576 y ss.), Ulises acude al mundo de los muertos, en donde el adivino Tiresias le dará instrucciones precisas sobre el modo de regresar a Ítaca. Allí, en el Tártaro, la región más profunda del Hades —el infierno propiamente dicho—, puede ver a algunos de los condenados más famosos de la mitología: a Ticio, a quien por intentar violar a Leto (madre de Apolo y Ártemis) dos buitres no cesaban de roerle el hígado; al sacrílego Tántalo padeciendo un hambre y sed eternos, pues los frutos de los árboles se retiraban de sus manos cuando quería comer y el agua de su boca cuando quería beber, justo castigo por haber dado a probar a los dioses, por ver si lo adivinaban, a su propio hijo Pélope descuartizado y cocinado [el tantalio es un metal duro invulnerable a los ácidos; y tantalize, en inglés, significa 'atormentar']. Y vio a Sísifo, que empujaba una y otra vez hasta la cima de un monte una roca que invariablemente volvía a rodar hasta abajo; Sísifo había delatado las infidelidades de Zeus y de ese modo pagaba su atrevimiento.

También Ixión fue precipitado al Tártaro tras haber sido atado a una rueda encendida que giraba sin cesar. Su culpa, haber engañado y asesinado a su suegro y haber defraudado el perdón de Zeus intentando seducir a su esposa Hera.

Estos cuatro criminales, que María de Hungría, hermana del emperador Carlos V, mandó pintar a Tiziano, fueron conocidos en la España del siglo XVI como las Furias, si bien las Furias (nombre con que los romanos identificaron a las Erinias griegas) eran en realidad tres personajes femeninos que vengaban los crímenes cometidos en las familias, como los parricidios, y con sus látigos y antorchas en las manos y serpientes en los cabellos personificaban el castigo y la venganza.

Representaba esta serie mitológica una alegoría política: la ambición, la ingratitud y la traición de los príncipes alemanes que se habían alzado contra Carlos V y habían sido derrotados recibiría el mismo escarmiento que los míticos condenados. 

Además de Tiziano, otros muchos pintores del tardo-renacimiento y el barroco se vieron atraídos por la dificultad artística que entrañaba semejante temática. Citemos los nombres de Rubens, Ribera y Miguel Ángel, que también realizó un dibujo sobre Ticio.


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