PARA nosotros es noticia que una radio comercial dedique (haya dedicado) un amplio espacio (una tertulia) al latín, aunque a algunos que prefieren en las tertulias temas como 'la infidelidad', 'la Ley de Murphy' o '¿somos rencorosos?' les chirríe y protesten.
La osadía la cometía la periodista Julia Otero, de quien pensamos estudió el antiguo bachillerato de «letras puras», como Dios mandaba y manda para cualquier estudiante que aspire a estar en la élite del periodismo. Y el tema lo provocaban dos hechos contrapuestos próximos en el tiempo: por un lado, la creación de la Pontificia Academia de Latinidad por el papa Benedicto XVI (10-11-2012) para fomentar el estudio del latín entre los eclesiásticos y demás y, por otro, en franco contraste, la restricción a las lenguas clásicas que figuraba en el primer anteproyecto de la LOMCE en España (25-09-2012).
Los tertulianos (Manuel Delgado, antropólogo; Julián Casanova, historiador; Juan Adriansens, pintor y escritor) defendieron sin discrepancia los valores del latín. El latín —se dijo allí— ha enriquecido lingüísticamente a todas las lenguas occidentales, incluidas las no románicas, por ejemplo en el vocabulario científico internacional. Es una lengua (falsamente muerta) portadora de una cultura y civilización que va más allá del mundo grecolatino. La educación no debe basarse en la utilidad práctica ni en el rechazo del pasado, que llevan a un empobrecimiento relacionado con una sociedad que valora más la palabra hablada que la escrita.
Uno de los tertulianos llegó a afirmar: «La cultura clásica es mi mundo; prefiero morir [a no tenerlo]».
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