22 de marzo de 2015

Ecos clásicos en 'Blade Runner'

EL 18 de marzo se ha vuelto a proyectar en 35 cines españoles Blade Runner, película de ciencia-ficción realizada en el lejano 1982 por Ridley Scott, que a lo largo del tiempo ha ido mereciendo los calificativos de película de culto, mítica, clásica, precursora, visionaria, obra maestra del género, icono cultural…


Blade Runner apenas recibe influencia de la cultura grecolatina, lo que ya es un mérito, pues es difícil escapar de los más importantes argumentos universales de la literatura, que son gran parte de ellos de origen clásico; así, temas como 'la búsqueda del tesoro', 'el retorno al hogar', 'la venganza', 'la creación de la vida' y tantos otros, encarnados en los héroes Jasón, Ulises, Orestes y Prometeo.

Pero hay algo en ella que, sin duda de forma involuntaria, recibe remotos ecos de la mitología clásica. 

En primer lugar, sucede con Blade Runner lo mismo que con los mitos griegos: que tiene varias versiones, al menos dos importantes (la versión del productor y la del director). Esto es anecdótico si se quiere, pero ahí está.


En Blade Runner, como es sabido, hay unos seres androides llamados replicantes: Leon, Batty, Zhora, Pris, Rachael; quizás el propio Deckard. Son prácticamente humanos, salvo que carecen de pasado, recuerdos y emociones. Su diseñador, su creador, es la Tyrell Corporation. En esta idea no existe influencia directa del mito clásico, si bien Tyrell recuerda la creación de los seres humanos por parte del titán Prometeo. 

No hay referencias explícitas, sino continuaciones o variaciones del mito. Por ejemplo: los replicantes son vida artificial, y vida artificial aparece en la Ilíada de Homero. Tetis acude a Hefesto para pedirle que fabrique una armadura especial para su hijo Aquiles y en su visita encuentra al dios artífice rodeado de unas doncellas de oro: «Marchaban ayudando al soberano unas sirvientas de oro, semejantes a vivientes doncellas. En sus mientes hay juicio, voz y capacidad de movimiento, y hay habilidades que conocen gracias a los inmortales dioses», dice Homero (XVIII 417-20).


Parecen autómatas creadas por Hefesto, igual que los muñecos que el diseñador genético con síndrome de Matusalén J. F. Sebastian ha fabricado y tiene en su apartamento como única compañía.

Autómata era Talos, un gigante de bronce que había sido creado también por Hefesto (según una versión; por Dédalo, según otra). EApolonio de Rodas (Argon. IV 1636 y ss.) vigilaba y protegía la isla de Creta.

Otro ejemplo, memorable gracias a Ovidio (Met. X 243 y ss.), de vida artificial lo tenemos en la escultura de mujer esculpida por el rey de Chipre Pigmalión. Enamorado de su propia obra, suplicó para sí una esposa como ella, petición que Afrodita le concedió insuflando vida al bello marfil. 

Vida artificial, humana, creada por Prometeo, Hefesto o Afrodita, del mismo modo que Tyrell creó casi humanos a los replicantes. Esto es lo que se atisba de cultura clásica en Blade Runner, película de culto, mítica, clásica, etc.

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En la novela de Philip K. Dick en que se basa Blade Runner (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de 1968) hay un «veterinario» de animales eléctricos, Hannibal Sloat, que solía decir la frase Mors certa, vita incerta (cap. 2). Su empleado, John Isidore, se la ha oído muchas veces, pero apenas intuye su significado; lógico –piensa–, pues si un cabeza de chorlito como él pudiera aprender latín dejaría de ser un cabeza de chorlito.

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